La multitud a mis pies,
el rojo de tus labios
me inunda de fresa la boca.
La multitud a mis pies,
el metal entre los dientes
bailotea para los dos.
La multitud a mis pies,
el vaivén de tu convexión
la sangre bombea, gravitatoria.
La multitud a mis pies,
el calor de la paradoja
en la altura, más y más.
Con la multitud a mis pies,
ya no me importa la plebe,
con tal de tenerte,
de no detenerte,
la ovación, sin razón,
porque el aplauso es mío
para vos.
La multitud a mis pies, y yo despegando...
Y la ausencia de vos,
ahora estertor,
dentro de un rato, calor.
La multitud lejos,
ahora sólo nosotros dos.
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Pequeño espacio de (in)expresión personal.
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