Yo Recuerdo.

Haciendome volar,
en casi todos los sentidos.
Sedimentar.

Queriéndome subir,
a casi todos los abismos.
Señalizar.

Creyéndome buscar,
a casi todos los psiquismos.
Entrevistar.

Sacándome lugar,
en casi todos los silbidos.
Agudizar.

Secándome sentir,
a casi todos los modismos.
Reverberar.

Acá, así,
simple,
te recuerdo.

Te recuerdo.
Yo recuerdo.

Toxicidad alienígena.

Electrolitos,
voltios, docemil corriendo por mis venas,
hasta el cansancio.

Eran capacidades ilimitadas.
Sangre, glóbulos, mitología de la nada.

Meteoritos,
coitos, docemil volando por mis venas,
hasta el silencio.

Eran atrocidades cristalizadas.
Carne, nódulos, proveduría de la nada.

En mis quebradas se hizo ser,
en mi explotar: tu parecer.
En tu cintura debió ver,
en tu tratar: mi sinquerer.

Todo en el bajo de un loco,
en el ácido de un sordo,
y en el golpe de uno solo.

Todo nuevo,
de un gran palazo en los dientes,
naciste Yo.

Primavera

Entretanto las marañas,
se poseían,
se discutían el reino, el intento,
la poca atención dada.

Entre tantas telarañas,
se cosían,
se peleaban por el cielo, el infierno,
la mecha quedó cortada.

Entre cantos de castañas,
se herían,
se mataban por la tierra, en el llanto,
la historia no juzgada.

Entre ellos hacían,
deshacían,
jugaban al héroe, al padrino,
al testigo, al calor, al frío,
al asesino.

Mientras ellos juzgaban y mentían.

Nosotros, más allá,
hicimos un búnker de brazos,
una trinchera de piernas,
escudos de uñas,
y espadas de piedra.

Torretas de besos,
bombarderos de flores,
defensas de risas,
cañones de colores.

Tiranos de nieve,
soldados de sabores,
balas de cosquillas,
bombas de estertores.

El mundo cayéndose a pedazos,
Y yo incapaz,
de dejar de mirarte.

Dilatando Mis Pupilas.

Ídolo de oro,
Kratos sobre Gaia,
titan de las alturas,
completo de sí mismo.

Símbolo de ciencia,
Pentágono en Mar Muerto,
mirando en la terraza,
solitario en el atino.

La pera no bajaba,
la sangre al cuerpo tampoco.
Me olvidé de ser humano,
centurión del Dios Cerrojo.

Trataba de amarrarme,
la sonrisa poco al enojo.
Me traté de ser humano,
guardián del sin antojo.

Te tenía en el Ajna,
te supe al infinito.

Te viví feroz, precoz,
sin voz, en vos,
te soñé peor, furor,
calor, sopor.

Casi demasiado alcohol de quemar,
puro,
todo sin encontrarte,
sin concentrarse,
sin diluirse ni mezclarse.

Pero estuviste ahí,
dilatando mis pupilas.

di,
la,
tan,
do,
mis,
pu,
pi,
las.

di/en,
la/tre,
tan/tan,
do/to,
mis,
pu/su,
pi/ti,
las/les.

Vos,
dilatando mis pupilas.

Sincronización

Caía lentamente en el olvido,
musicalizado en el compás del alma,
el torbellino de la vida sincronizó.

Casuales más, casuales menos,
se me reirían en la cara si les digo,
el infinito en tu mirar reverberó.

Me encontré de pronto un tanto ido,
compenetrado en la purísima calma,
la frontera entre tu pelo salinizó.

Miradas más, miradas menos,
no soportaría la certeza del mendigo,
la curvatura de tu cuello me concretó.

El resultado:
Una explosión continua de sonrisa.
Ay! esa sonrisa.
Ansiedad, aplomo, persecución,
y la tentativa de que nada dura realmente.

Tentaba suerte, claramente mío,
casi fijado en ese viaje en colectivo,
donde el tiempo de repente se cayó.

A la distancia.

A la distancia,
dormiste en mi cuello,
cargaste conmigo,
viviste en mi pelo,
armaste destino,
soltaste los miedos,
fundiste peligro,
soñaste mis ojos,
le diste sentido,
calmaste mis ansias,
callaste el zumbido.

A la distancia,
aireaste mi pecho,
tiraste tendido,
echaste mis vicios,
pudiste sentirlo,
prestaste valores,
robaste los ruidos,
aplasta mis dudas,
tu lejos ronquido,
tocaste profundo,
creciste en mi vilo.

Encuentro Esperado

Más material de mi poeta amigo, Ignacio Rey...



Arrastro una marcha pactada
distancias de pies nos separan
frenando al borde de la manzana
tropiezo con su vos y su mirada.

Es ella quien altera la rutina
su  figura cuelga de un hilo
en fotografías mentales reviso
y revelando mi rollo la  asimilo.

Pasado ya fue el encuentro
a un destino popular viajamos
riendo a sol y sombra
con ocurrencias naufragamos

La impaciencia nos penetra
timbres rojos nos anuncian
con vertical envergadura
lo que sube cuatro, nos da cuna.

Ardores de medio minuto
tan solo previa de quimeras
interrumpidos en el juego
que en un rato tardío, daría riendas.

Salvajes nos contemplamos
rozamos de un tirón lo urgente
con ruidos ajenos nos radicamos
y sus escaleras en altura amoldamos.

Lo Tuyo Poco Mío

Estamos iniciando una sesión de humilde intercambio lírico con mi poeta amigo, Ignacio Rey.

Espero que les guste.


IGNACIO ESTEBAN REY


Mamá

Lo tuyo poco mío….

Sin descanso mi primer sueño
con cuidado mi primer sombra.
sin palabras ni fachadas
con los sentidos nos sobra.

Mi mejor compañera
la que nunca cambio de escuela
pasando machetes de pruebas
guía eterna, buena colega.

Siendo un hijo sin ventaja
te agradece de estar vivo,
naciendo un día tras otro
como un hombre mitad niño.

Mi vida con una dueña.
se forma con tu fuerza
hallando de manera certera
las formas de entenderla

Te devuelvo lo empezado
buena persona me hallo
como podría ser de menos
con todo, me has dotado.

Con todo de grandes
mi yo mitad tuyo
de vos mucho eh aprendido
en efecto poco mío.

Y basta...


Me calcinó la mirada,
lo curvilíneo,
atropurpúreo enloquecido en tu cintura.

Me calcinó la mirada,
la profundidad,
rojinegro rebozado en tu morir.

Me explotaron los oídos,
la vibración,
más carcajadas de las que había en mi locura,

Me explotaron los oídos,
la plenitud,
purasangre en la garganta mi sufrir.

Me tiré,
a contravientos,
sabiendo que me habían sacado el tapón,
por tu larga cabellera.

Y deslizado
me esperancé.

Y por supuesto 
me estrellé.

Me reventó el corazón,
el crisantelmo,
arrancaría muchas veces mi latir,
por vivirte otra vez.

Ay! Y esos ojos.

Enredada en su manzana,
espinosamente dulce,
calcinantemente turbia,
increiblemente bella.

Escondida en su pelaje,
rematadamente hecha,
pisoteadamente pura,
concienzudamente ella.

Embalada en su ropaje,
peligrosamente musa,
querellantemente intrusa,
derretida pero difusa.

Mortalmente azulina.
Totalmente prístina.

Plenamente frontal.

El mayor colorido no podría comparala,
el mínimo zumbido desperarla,
el aliento de fuego apagarla.

Ay! Y esos ojos.

Demolición Programada

Uno a uno,
taladré y metí los cartuchos.
Hilvané cables, murmuros,
pisotones, muerte,
cobre y sangre. Todo junto.

Perentorio ensamblé la maquinaria.
Y esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Esperé.

Y justo en el momento,
el encuentro me erizó la médula,
llegaste,
tomaste mis manos,
y bajamos la palanca,
tan juntos, tan solos.

Tanta calma.

Todo reventó,
por supuesto,
estaba planeado que así fuese.

Que la represa cediera,
y la horda de locura,
el torrente del incendio,
que la vida acumulada saliera.

Como un elefante que huye,
como un preso del pánico,
como el desenfreno mortal.

Fue tan brusco el golpe,
que se llevó mesas, sillas,
carteles,
señoras con vestido,
señores musculosos,
baldosas,
luces,
sonidos,
alientos.

Evaporado, mojado,
cansado, flotando,
hundido en tus ojos,
me quedé a dormir.

Sonabas

Sonabas afuera y no te pude escuchar,
sonabas afuera y me quedé atrás,
sonabas afuera y no te ví,
no te ví jamás,
no te quise mirar.

Sonabas afuera y el vidrio estallaba,
sonabas afuera y este silencio acá,
sonabas afuera y no te ví,
no te ví gritar,
no te logré callar.

Sonabas afuera,
explotando, relinchando,
calcinando, reclamando.

Pero el cómodo salón,
las 4 paredes del dolor,
pudieron más.
 

Design in CSS by TemplateWorld and sponsored by SmashingMagazine
Blogger Template created by Deluxe Templates