Sonabas afuera y no te pude escuchar,
sonabas afuera y me quedé atrás,
sonabas afuera y no te ví,
no te ví jamás,
no te quise mirar.
Sonabas afuera y el vidrio estallaba,
sonabas afuera y este silencio acá,
sonabas afuera y no te ví,
no te ví gritar,
no te logré callar.
Sonabas afuera,
explotando, relinchando,
calcinando, reclamando.
Pero el cómodo salón,
las 4 paredes del dolor,
pudieron más.
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Pequeño espacio de (in)expresión personal.
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